jueves, 24 de junio de 2010

Suzette et Jo

Tenemos a Suzette y Jo instalados, y recién casados en Normandía. No tengo fotos, pues todas las tiene Françou, que había prometido hacer copias para los demás hermanos, pero no lo ha cumplido. En Dieppe vivían también Gaby y Nenette, las dos parejas se llevaban muy bien. (Foto: Suzette en Dieppe, recien casada)

Jo trabaja de inspector en Correos, y la jovencísima Suzette se dedica con mucha ilusión a sus tareas de ama de casa. Ilusión no le faltaba, pero si conocimientos. Contaba Mamichette que un día invitaron a cenar a Gaby y Nennette, y que, para agasajarles, Mamichette compró en el mercado una langosta, debió parecerle lo más lujoso y exótico que podría ofrecer. Pero la sirvió tal cual, toda cruda ella , vivita y coleante. Pasó mucha vergüenza cuando se rieron todos.

El capítulo que sigue, debería quizás conservarse en la intimidad, pero si jugamos a contar la verdad, pues que sea toda. Suzette era muy inocente. La abuela no le había desvelado los secretos de la naturaleza, ni aparentemente nadie. No sé cómo llegó Mamichette al matrimonio, pero, por lo contado, debió ser totalmente virgen e ignorante. El caso es que al poco de casarse, no le venía la regla. No se atrevía a hablar de eso con nadie, hasta que, cinco meses después, se fue al médico. Contaba que se quedó callada delante del hombre, terriblemente abochornada, hasta que el médico complaciente, empezó a preguntarle y declaró al final, feliz: “Pues Vd. va a tener un niño”. Le recomendó hablar de ello con su marido, y Mamichette puso a Jo al corriente. Alegría y felicidad: iban a ser papas. Pero ahí se quedó la cosa. Suzette tampoco sabía exactamente cómo se iba a producir el alumbramiento, pensó que ya tendría tiempo de preguntar. Y no tuvo tiempo. A los seis meses de embarazo, se despertó un día toda mojada, pensando, con gran bochorno que se había hecho pis en la cama. Jo Se había ido ya a trabajar, así que intentó levantarse para arreglar el desaguisado, y no pudo. No sé cómo, pero llamó a Nenette que acudió con una comadrona y nació la primera hija de la familia Ramos Sabatié, el 24 de abril de 1933, mi hermana Simone, con seis meses de gestación y 1kg ½ de peso. Nació viva, pero la comadrona declaró que no podría subsistir. Y ahí es dónde entra el valiente Jo, valiente y tozudo, que decide que la niña sobrevivirá. No existían entonces las incubadoras, pero Jo se fabrica una. Baja al mercado y recoge un cajón de fruta, lo limpia, lo seca, coge un edredón en el que envuelve a la niña, lo cierra todo con pinzas de la ropa, y se dedica día y noche a atizar la estufa para subir la temperatura de la habitación. La niña vive. Día tras día, llega la comadrona, que según Mamichette era muy brusca, gritando ¿Todavía vive? , y vive. Crece , engorda, se salva. (Foto: no tengo fotos de Simone niña, os pongo esta, mi pequeña 2ª madre, tal cómo la recuerdo yo de mi infancia.)
Los primeros años de vida de Simone fueron angustiosos para los jóvenes padres, pues la niña era muy delicada, comía mal, se constipaba constantemente. Europa se estaba agitando, no podían augurar qué iba a pasar, pero si que algo iba a pasar ( Sublevación de Franco en España, auge del nazismo en Alemania, 2ª guerra mundial..). No os había contado que Apé, aún viviendo en el Roussillon, era muy aficionado al rugby, al que jugaba con frecuencia. Una mala caida le hizo romperse el menisco, y una mala operación de las de entonces, le dejó cojo. No fue dramático , porque con su tesón y fuerza de voluntad consiguió dejar de cojear. Pero lo declararon inútil para el servicio militar.. y eso fue una de las grandes frustraciones del genuino Apé a lo largo de su vida.
No sé exactamente qué fue lo que motivó la decisión: la intuición que algo malo iba a pasar y la necesidad de poner tierra de por medio; las penurias económicas: con su sueldo de inspector, el dinero que mandaban a sus respectivas familias, dificilmente llegaban a fin de mes; el deseo de un puesto más elevado: en Correos, en Francia, para subir un escalón, hay que cambiar de oficina a otra de más categoría. El caso es que deciden cambiar de rumbo. ¿Porqué Tahiti? Supongo que porque nadie quería ir ahí, porque pagaban un "plus" nada desdeñable a los que aceptaban el puesto, quizás porque Apé tenía ganas de aventuras.
En junio del 34, se embarcan, con una niña de apenas un año, dejando atrás a familia y amigos, sin saber que tardarían tanto en volver y que , a su regreso, no quedaría casi nadie. Rumbo a Tahiti, travesía que duraría más de un mes, y de la que Mamichette nos hablaba como de uno de los momentos más felices de su vida. Les esperaba un largo destierro de más de 12 años, su adhesión a movientos místicos de la isla, la conversión de Apé al budismo, y muchas aventuras que forman parte de mi tradición familiar, contadas en todas las reuniones, todos los eventos de la Saga Ramos, y que intentaré rescatar en el próximo capítulo. (Foto: Simone ( en medio) durante el viaje de vuelta de Tahiti)